Malasadas en Hawaii.

«En cierta medida, el aislamiento entre los diversos grupos étnicos, a lo largo del siglo XIX, permitió a los portugueses desenvolverse con sus propios patrones, compartiendo étnica y culturalmente. A medida que pasaban de imigrantes a residentes, contribuían mucho para su nueva sociedad: construyendo iglesias y  organizando festivales…»

Susana Castro Caldeira

17/11/2017

Susana Gomes

Tengo que confesar que este tema me atrapó a primera vista, bien por lo que significa el hecho de emigrar a un habitad diferente y salir de nuestra zona de confort y por otro lado el hecho de llevar tus tradiciones, costumbres; en este caso la gastronomía, a nuevas tierras con un proyecto totalmente innovador. No les hablo de hace un par de años de este hecho, al contrario, sucedió hace mas de cincuenta años y hoy es toda una institución en el archipiélago de Hawaii que lleva por nombre Leonard’s Bakery, esta panadería y pastelería fue de las primeras en popularizar las malasadas, un dulce típico portugués.

Sabor portugués.

Los fundadores de Leonard’s Bakery emigraron de la isla de San Miguel; la más poblada del Archipiélago de las Azores en Portugal, hacia Maui, Hawai en junio de 1882. Se trataba de Arsenio y Amelia DoRego, quienes como tantos portugueses buscaron salir de su tierra en busca de mejores condiciones de vida, pese a la distancia y a la nueva cultura que debían afrontar. Para Arsenio y Amelia no les importó ir a Hawai bajo un contrato de trabajo en los campos de caña de azúcar; bajo condiciones en muchos casos de racismo, donde los portugueses eran considerados de «color» frente a los inmigrantes estadounidenses, alemanes, irlandeses y otros que fueron etiquetados como blancos. Esta realidad les afectaba a la hora de recibir sus pagos. Sin embargo, ese hecho representó para la pareja un «salto» de explorar y descubrir otras costumbres y tradiciones aportando también parte de las propias.

Mas adelante, en 1917, nació Leonard, el nieto de Arsenio y Amelia DoRego. Leonard junto a su esposa y su hija Diane pasaron a trabajar en otra área que no era la de sus abuelos; la tierra. Fue otra realidad que los llevó a ocupar el sector de la restauración y del servicio. Así que, Leonard trabajó en Snowflake Bakery, en Honolulu, hasta que fundó Leonard’s Bakery en 1952. Desde ese año, Leonard y su esposa trabajaron duro para llevar adelante la panadería y sobretodo de hacer de su negocio una referencia en Hawái con acento portugués. Siempre conservaron las tradiciones de sus orígenes y prueba de ello fue la propuesta que les sugirió la madre de Leonard de preparar malasadas; una especie de donút, para el Martes de Carnaval, toda una tradición portuguesa.

Things-to-Do-in-Honolulu-Leonards

En un primer momento se pensó que la propuesta de las malasadas podía estar muy apegada a la tradición portuguesa y por consecuencia no ser aceptada, por la sencilla razón que no era algo tradicional para el paladar de los hawaianos. Pero, la realidad fue otra. Las malasadas resultaron ser un gran éxito por su calidad y presentación, llegando a ser un dulce popular hasta nuestros días. La novedad que marcó el sello de Leonard’s Bakery, fue el hacer las malasadas con rellenos; chocolate y cremas de diferentes sabores y texturas. Igualmente, las malasadas de Leonard’s se han caracterizado por ser muy esponjosas, casi que con aire en su interior y doradas por fuera. Sin duda, una tentación al paladar que atrapó desde sus inicios a los pequeños, jóvenes y adultos siendo una de las mejores malasadas con raíces portuguesas en Honolulu.

Receta.

En la búsqueda de la mejor receta o la más cercana a la de Leonard’s Bakery les presento la de Olga Navarro que comparte en su blog Pintando las nubes.

Ingredientes:

– 500 gramos de harina de fuerza
– 250 gramos de azúcar
– 2 huevos medianos
– 12 gramos de levadura fresca de panadero
– 105 gramos de leche
– 105 gramos de leche evaporada
– 60 gramos de mantequilla blanda, cortada en dados
– chorrito de esencia de vainilla
– pellizco de sal
– azúcar para rebozar
– aceite de girasol para freír

LeonardsBakeryPic1

Para prepararlas:

1. Templa la leche y disuelve la levadura en ella.

2. Añade la leche evaporada, el azúcar y los dos huevos batidos.

3. Incorpora el chorrito de esencia de vainilla.

4. Añade la harina y la sal, y la mantequilla en cubos.

5. Amasa bien dentro de un bol, hasta que los ingredientes estén perfectamente integrados.

6. Tapa la masa con film y espera que fermente. ( 1-2 horas). Verás que está llena de burbujas y que ha aumentado bastante de tamaño.

7. Amasa un poco para quitar un poco de gas a la masa, y deja reposar otra media hora.

8. Prepara un cazo con aceite de girasol, y pon a fuego medio- alto para freír.

9. Coge un poco de masa con una cuchara. No mucha, que se quedará crudo el interior, y da forma redonda, pasando la masa entre las dos cucharas con todo el arte que seas capaz, y una vez tenga forma redonda echa la masa en el aceite caliente.

El tamaño es como de una bola de ping pong, cuando las hago más grandes, el interior se queda crudo.

10. Ve regulando la fuerza del fuego, para que no se quemen rápido y el interior esté bien hecho. Esponjoso.

11. Saca a un papel absorbente, y sin achicharrarte los dedos, reboza en abundante azúcar.

De Azores para Hawái.

En junio de 1878 el barco de origen alemán “Priscilla” zarpó de puerto de Funchal con 114 portugueses la mayoría de ellos madeirenses y açorianos con destino a la isla de Hawaii, específicamente a Honolulu, capital de la isla de Oahu. Esta fue la primera emigración masiva de portugueses a la isla que eran contratados para ocupar los puestos de trabajo en los cultivos de caña de azúcar, por la sencilla razón de la falta de mano de obra local. Como en casi todos los escenarios, los portugueses buscaban una mejor calidad de vida que Portugal (especialmente en las islas de Madeira y Azores) no ofrecía. Los pobladores vivían prácticamente de lo que la tierra les aportaba y su futuro no le aseguraba un porvenir estable económicamente.

Entre 1878 y 1888 diecisiete barcos llevaron en total 11.057 portugueses que se dispersaron entre Maui, Ohahu, Kauai y Honolulu como ya mencione anteriormente. Fueron años históricos la isla de San Miguel y Madeira para la integración de las isla y el intercambio cultural. Por ejemplo, los apellidos Rebelos, Perestrelos, Vieiros, Câmaras, Bettencourts, Silvas, Pracanas, Soares, Cardosos, Freitas, Lomelinos son fácilmente detectables en las listas telefónicas de Oahu y de otras isla de Hawaii. Así mismo, la introducción del cavaquinho, o ukulele reconocido y promovido como instrumento local es otra prueba de esta mezcla de culturas. En el área gastronómica, que compete a esta publicación a parte de las malassadas, se encuentran  la massa sovada de los Açores,  conocida como “sweet bread” y la sopa azeda que es conocida como “portuguese soup”.

En el libro: Da Madeira para o Hawaii: A Emigração e o Contributo Cultural Madeirense, su autora Susana Castro Caldeira presenta el intercambio en todas las áreas entre las dos culturas, la unificación que se dió desde hace mas de un siglo:

Susana Caldeira 001

«No Hawaii, os portugueses deixaram marcas na Arquitectura, em forma de muros de pedra emparelhada. Há, também, alguns edifícios com nomes como Faria, Mendonça e Araújo. Algumas igrejas têm nomes portugueses e há cerca de trinta ruas imortalizando a presença portuguesa e a sua importância nas ilhas. As associações e clubes de origem portuguesa preservam a herança deixada pelos seus antepassados. Em muitas reuniões de portugueses, no Hawaii, o Hino Nacional português ainda é tocado. Os descendentes dos portugueses levam, ainda, Portugal e a Madeira, no coração.»

No podemos ignorar que la sociedad portuguesa de aquel entonces poseía un espíritu de lucha y un carácter pujante indescriptible, digno de admirar sin miedos a las lejanías, al trabajó pesado de la tierra, a la inserción en la sociedad y sobretodo sin miedos a mostrar sus raíces. En la publicación «Venezuela, nuestra segunda tierra» relatamos un hecho muy similar donde se describe la emigración hacia América del Sur por parte de los portugueses, otro destino donde muchos encontraron sus segunda patria aportando su herencia lusófona. Leonard’s Bakery, es el ejemplo vivo que se proyecta en el presente y futuro como una marca portuguesa en la isla de Hawái consolidada en sus raíces y sus progenitores que zarparon para vivir hechos que dejaron historias que contar. Porque la vida esta marcada por hechos y los hechos son parte de nuestra historia. 

Facts.

Life in Facts.

 

Venezuela, nuestra segunda tierra.

«Cecilia, de inmediato sintió el olor a sal del mar caribe. La brisa cálida, pasó por su rostro, secando las lagrimas de tristeza por su madre y sus hermanos. Veía ante sus ojos, un nuevo mundo»

Actualizado 26/08/2017

Susana Gomes

chamada.

Cerca del mediodía, del 4 de junio del año 1958, Cecilia se encontraba ayudando a su mamá en la preparación del almuerzo para sus hermanos varones, quienes trabajaban en la fazenda. Entre tanto la vecina María, había bajado al pueblo de Câmara de Lobos para recoger la correspondencia. Las papas (semilhas), couves, y la carne de cochino eran los ingredientes de costumbre que no faltaban en el almuerzo y la cena. En las mañanas; pan, bica o garoto, suficientes para despertar y ponerse a trabajar duro. No tenían abundancias, sólo lo que generosamente daba la tierra.

Aquella tarde, la espera de la Señora María, se hizo larga para Cecilia. La vida en Garachico y el resto de la isla de Madeira no era fácil. Los caminos eran largos, sinuosos y de tierra para ir y venir, las vías de comunicación eran pocas. Las Levadas eran los atajos. El Rodoeste, pasaba para la ciudad; Funchal, cada dos horas. Muy rara vez la Cecilia visitaba la ciudad. Los domingos, sólo asistía a Misa en la Iglesia San Sebastian en Câmara de Lobos.

DSC_0051
Porto Moniz. Isla de Madeira.

-«Dona Firmina, traje una carta para su hija Cecilia». La madre de Cecilia, con triste semblante y Saudades anticipadas, presentía el contenido de aquella carta. Era la tercera misiva que recibía Cecilia, del mismo autor; Fernando.

Fernando, fue vecino de Cecilia. Desde niños, brincaban, gostaban-se um do outro. Esa amistad fue más allá. La frecuencia, los detalles, la simpatía, en medio de lo poco, le llevó a «pedir la mano» de Cecilia, a Dona Firmina. Sin embargo, Fernando, partió. Dejó la palabra de reunirse con quien sería su esposa. En la distancia, contrajeron matrimonio por poder. Él en Venezuela. Ella en Madeira. La ley permite el matrimonio por poderes cuando uno de los dos contrayentes no puede estar presente en el lugar, fecha y hora de la boda.

 -Mãe, es la carta de petición de mi marido. En un mes debo irme en el Santa María». Exclamó Cecilia. Con voz temerosa y una sonrisa tímida.  Firmina, sólo condujo su mirada a la ventana que tenía la gran vista al mar. El mar, siempre estuvo allí, como paisaje de la isla de todos los días, como aquel cuadro vivo que nunca se puede cambiar. En ese mar, vería otro camino. El mar donde navegaría los sueños y una nueva vida. Fernando, cumplió con su palabra. Cecilia, aceptó la espera en silencio. Sólo recibía letras que luego se convirtió en hechos. El mar fue testigo.

Página-Incial_Banner-Inferior
Zonas de Cultivos. Isla de Madeira 1960.

Firmina, le tocó respetar aquel contenido de esa carta. En el fondo sabía que su hija, tomaba la mejor decisión. Reunirse con su marido. Quedarse en Madeira, no era lo más conveniente. La caída del fascismo en Europa no afectó a Portugal debido a que se mantuvo como país neutral en la Segunda Guerra Mundial. Sin embargo, ya se hablaba, del atraso económico que se produjo en el país a causa de las guerras coloniales, la autarquía y el escaso desarrollo industrial. La emigración durante esta década a otros países fue numerosa, sobre todo a Estados Unidos, Francia, Alemania, Sudáfrica, Antillas Holandesas, Brasil y Venezuela.

El viaje en el «Santa María».

Sentimientos encontrados abordaron a Cecilia. Aquella mañana, del 4 de julio de 1958, con lagrimas en su rostro, pocas palabras y con un fuerte abrazo se despidió de su familia. En su cabeza y en su corazón, tenía la gran ilusión de hacer una nueva vida. Su madre Filomena la confío a Nossa Senhora de Fátima. Era muy religiosa. Así que, su fe, fue mas grande, que la tristeza de despedir a una hija. Un nuevo mundo la esperaba. Una nueva cultura. Una nueva sociedad. Sin presumir con títulos universitarios. Sólo le acompañaba el oficio del bordado y la cocina. No hizo falta ser alfabeta para emprender un nuevo proyecto de vida.

download
Trasatlántico Santa María 1958

Cecilia, llevó puesto el vestido negro de ir a misa los domingos. Era su mejor prenda de vestir. Zapatos nuevos; un regalo ofrecido por su vecina, la Señora María. Una maleta, con lo poco que tenía, pero sí lo suficiente para comenzar. Lista, a bordo!. Acompañada de un grupo de vecinas conocidas, que emprendieron con coraje la misma aventura de Cecilia. La noticia que circulaba en el pueblo de Garachico, daba de que hablar sobre quienes recibieron sus cartas de petición e inmigraban de la isla en el Santa María.

El Santa María, fue el trasatlántico portugués, propiedad de la Companhia Colonial de Navegaçao que cubrió la ruta entre Lisboa, Tenerife y Caracas. Esta Compañía, que en 1951 poseía 10 buques, encargó la construcción de dos modernas unidades para sustituir al Mouzinho (1929-1954) y al Serpa Pinto (1940-1955). El buque prestó servicio de forma casi ininterrumpida, hasta la primavera de 1973 en la que quedó inmovilizado en Lisboa por problemas de propulsión.

La llegada al puerto de la Guaira.

Los días en el viaje se hicieron largos. Las mujeres se reunían a conversar en las tardes. Aprovechaban el tiempo para bordar y conocer otras inmigrantes con sus historias. Cada quien, llevó en su maleta los sueños y esperanza de vivir una nueva vida. Las saudades, se sintieron en el transcurso del viajeLos recuerdos de su casa, la familia, los vecinos, las amigas bordadoras, llegaban a la mente de Cecilia. Estar por primera vez en el barco, emprender un viaje a sus 24 años la hicieron fortalecer. La Saudade, se convirtió con el pasar del tiempo en esperanza.

download-1
El «Santa María» en uno de sus puertos de llegada.

En la mañana, del martes 1 de Agosto de 1958, se escuchó la bocina en el barco que indicaba la llegada al Puerto de La Guaira muy cerca de Caracas la capital de Venezuela. Cecilia no lo podía creer. Había pasado veintisiete días, desde que partió de su tierra. Llegó el gran día esperado por todos los tripulantes del Santa María. El navío, llegó a tierra firme. Su destino final. Caracas. Venezuela.

Cecilia, de inmediato sintió el olor a sal del mar caribe. La brisa cálida, pasó por su rostro, secando las lagrimas de tristeza por su madre y sus hermanos. Veía ante sus ojos, un nuevo mundo. Una ciudad grande. Una nueva vida. Allí estaba, Fernando, su esposo, en medio de la multitud de personas, que esperaban en el puerto a recibir a los viajeros. Abrazos, lágrimas, sonrisas, emociones de un momento único en su vidas. La mejor bienvenida. La esperaba el hombre que le hizo una promesa.

b47a6b724f9cbdd28cd889bc98a3e26a
Plaza O´Leary, El Silencio. Caracas. Venezuela. 1960.                                        (Cortesía Fundación Fotográfica Urbana

Cecilia, recogió su equipaje, pasó por el protocolo de aduanas y emprendió su viaje hacia «El Paraíso», en un carro que le prestó el hermano de Fernando, quien ya tenía un par de años en Venezuela. La acompañaron dos vecinas que tenían el mismo destino de viaje hacia el centro de Caracas. Cecilia observaba con atención y emoción a través de la ventana del auto una enorme ciudad. Edificios. Carreteras amplias. Cientos de personas, caminando por las calles, por  las aceras de una gran ciudad.

Los primeros días en Caracas, fueron para ubicarse. Qué hacer en esta ciudad tan enorme?. Al lado de Fernando, las cosas se fueron encaminando. Él, ya tenía un año viviendo en Caracas, así que contaba con amigos y primos que lo ayudaron a buscar hospedaje para los dos, más un trabajo. La oferta que les brindaron fue en el área de servicio, panadería, charcutería, abastos…Para la época, los inmigrantes que llegaban a Venezuela, en particular la comunidad portuguesa se dedicaron al ramo del comercio. El dictador revocado Marcos Pérez Jimenez, abrió las puertas a la mano de obra extrajera lo que se convirtió en un considerable aporte al país.

El fenómeno migratorio fue muy notable, la relación entre criollos y portugueses al igual que con canarios e italianos se hizo cada vez mas fuerte. No sólo migraban por la oferta de trabajo, si no para establecer una familia, bien sea con las de su misma raza o con el acriollado. El europeo fue adquiriendo las costumbres y conociendo la idiosincracia del Venezolano. Los portugueses participaban en las diversas tareas del quehacer diario y mas tarde también ocuparon puestos a nivel político y social.

 

840d85cbf11ec78cd872c03c3e8bb850
Arepera en Caracas. Venezuela. 1950

Cecilia y Fernando igualmente se fueron adaptando a nuevas costumbres. Aprendieron a hablar español se integraron sin prejuicios, fueron acogidos en una nueva sociedad que los aceptó tal cual eran. Nunca dejaron de ser portugueses, más allá de eso, fueron adoptados como Venezolanos. Gustaron de la gastronomía venezolana y aportaron su granito de arena. El vivo ejemplo fue y es la «arepa«, se convirtieron en expertos areperos. Emprendieron un negocio, una «Arepera» totalmente criolla con mano de obra luso-venezolana.

Venezuela fue y es el país que los recibió con los brazos abiertos. Cecilia y Fernando al igual que muchos que llegaron a Venezuela la denominaron como la «Tierra de Gracia» porque así lo sintieron y vivieron. Sus hijos fueron  naciendo y creciendo al igual que el amor a la segunda tierra que les brindo todo lo que esperaban.

Con mucho esfuerzo, constancia y trabajo más trabajo Fernando, Cecilia y dos de sus diez hijos venezolanos, lograron volver de nuevo a Madeira, después de 30 años. Las Saudades por la tierra que los vio nacer, por su familia, eran grandes, sin embargo, su lugar, su sitio, su hogar fue y sigue siendo, Venezuela. Porque los hechos son parte de nuestra historia. 

Facts

Life in facts