13/05/2017
Susana Gomes
Los niños de fe
Lucia Dos Santos, Jacinta y Francisco Marto fueron los tres protagonistas de la aparición de Nuestra Señora de Fátima en 1917 en Portugal, vivieron a plenitud el mensaje que el Angel de la Paz y la Virgen les revelaron. Todo comenzó en la primavera de 1916, los niños: Jacinta, hermana de Francisco y Lucia, prima de ellos, con tan solo 9 y 10 años, no sabían leer ni escribir, su oficio era pastorear el rebaño en la fazenda de sus padres y a orar.
En el campo, cerca de la casa de los pastores, entre cabras y ovejas se escuchó una voz: «– ¡No temáis! Soy el Ángel de la Paz. Orad conmigo. Y arrodillándose en la tierra, doblaron la frente hasta el suelo. Llevados por un movimiento sobrenatural, lo imitaron y repitieron las palabras que oyeron pronunciar: – Dios mío, yo creo, adoro, espero y te amo. Os pido perdón por los que no creen, no adoran, no esperan y no te aman. Después de repetir esto tres veces, se levantó y dijo: – Orad así. Los corazones de Jesús y María están atentos a la voz de vuestras súplicas»
Esa voz que se identificó como el Angel de la Paz hizo dos apariciones mas en el mismo año, durante el verano y otoño en Aljustrel, actualmente lugar de la freguesia de Fátima, situado en el concelho de Ourém.
Oración y sacrificios
Las Memorias de Lucia relatan que Francisco era un niño contemplativo y le gustaba la música. Dedicaba gran parte de su tiempo a la oración. Escondido entre los árboles, rezaba sin ser visto por su hermana, Jacinta y su prima Lucia. Estaba preparado para donar su vida a Dios y entregar su vida en sacrificio por los pecados cometidos, por los hombre envueltos en el odio y el ansia de las divisiones del mundo a causa de la guerra. Jacinta, era una niña muy alegre, mimada, emocionalmente frágil y orante. Ella ingenuamente comunicó el primer acontecimiento de la aparición de la Virgen, lo que había visto y oído: «Yo tenía aquí dentro una cosa que no me dejaba estar callada». (M 45)
![Virgen de Fatima Estreito](https://susanagomesfacts.wordpress.com/wp-content/uploads/2017/05/virgen-de-fatima-estreito.jpg?w=538&h=673)
Jacinta, Francisco y Lucia vivían, una vida de oración intensa. Rezaban el Santo Rosario, o terço. Era una costumbre en las familias de la región y en todo Portugal la práctica de la oración como valor religioso. Los padres de la época acostumbraban a enseñar desde muy niños el Ave María y el Padre Nuestro como oración antes, durante y después de la jornada de trabajo. Por ello, los pastores administraban su tiempo entre trabajo, juegos y oración por las almas afligidas, por las peticiones hechas por el Angel y mas tarde por la Señora de Fátima. La Virgen María en sus seis Apariciones, pidió que se rezase el Rosario todos los días: “Recen el Rosario todos los días”
Jacinta y Francisco, además de ser niños orantes, vivieron sacrificios y penitencias de ayunos prolongados. Estas restricciones, hicieron que su salud entuviese en riesgo. Sin embargo, nunca dejaron de llevar en sus corazones el mensaje de la Senhora de Fátima hasta el final de sus vidas.
Corta vida y grandes Hechos
La vida de Jacinta y su hermano Francisco fue muy corta. Francisco morirá el 4 de abril de 1919 en su casa, en Aljustrel, y Jacinta el 20 de febrero de 1920, sola, en un hospital en Lisboa. El niño tenía diez años, mueren a causa de una epidemia de bronco-neumonía, conocida como la Gripe Española. En menos de un año los dos hermanos de Aljustrel dejaron el mundo terrenal para vivir en plenitud el mensaje de Nossa Senhora.
La Virgen, en sus siete apariciones les reveló que los dos hermanos se irían pronto con ella. Lucia seria la encargada de evangelizar y ser misionera en el mundo. Desde los 14 años se entregó a la vida religiosa y consagrada. El hecho de llevar el secreto de Fátima y ser la unida vidente que le llevo a ser siempre cuestionada por sus mensajes. En su vida contemplativa junto a la Orden del Carmelo escribió cada episodio de las apariciones dejando parte de su vida en hechos y papel.
En 1924 Lucia responde a los interrogatorios en la ciudad de Porto, Portugal por parte de la Comisión Canónica Diocesana, sobre el acontecimiento de Fátima. El obispo de Leiria declaró, el 13 de octubre de 1930, en la Carta pastoral sobre el culto de Nuestra Señora de Fátima, «dignas de crédito las visiones de los niños en Cova de Iria, feligresía de Fátima, de esta Diócesis, los días 13 de mayo a octubre de 1917».
La apariciones de la Virgen de Fátima en Portugal representan el amor de una madre hacia sus hijos, con mensajes concretos para vivir un camino de sacrificio, oración y conversion. Un hecho en vida. Un hecho de fe y reveleaciones. Life in facts.